La Kitxen, C/ Hartzenbush nº8, Madrid.
Por las redes sociales siempre te
enteras de nuevas aperturas y nuevos conceptos que parecen bastante
interesantes. Me encanta conocer este tipo de negocios porque así veo como se
han organizado y cojo algunas ideas de cómo hacerlo en futuros proyectos. Para
ponernos en antecedentes, uno de mis trabajos es la coordinación de nuevas
aperturas y funcionamiento de nuevos restaurantes. En mi espalda hay una gran
cantidad de aperturas en los últimos 15 años repartidas por Canadá, Irlanda, el
Reino Unido y España, por lo que un poquito sé donde piso.
Nos hemos entablado en los
últimos años a abrir restaurantes decorados con muebles del rastro, con luces
emulando épocas de los años 20, con camareros más de escaparate de H & M y
propietarios más de postureo de que los vean y presuman del restaurante tan
molón que han abierto que dedicados al negocio en sí. Un restaurante sea como
sea necesita mucha dedicación, sacrificio y entrega a los comensales que son
los que van a terminar pagando las letras del banco del negocio.
Por la zona de Bilbao en Madrid
han abierto varios locales, pero del que hablaremos hoy es “La Kitxen” situado en la calle Hartzenbusch
numero 8. Una entrada pequeña y rodeado de locales de toda la vida hacen
difícil que sepas de que se trata, ya que la iluminación y la carta muy poco
visible no deja ver más allá.
“La Kitxen” @ C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
Reservamos mesa temprano, para
estar más tranquilos y como siempre digo, poder disfrutar de toda la
experiencia al máximo. Al llegar había un grupo de chicas tomando algo en la
barra mientras hacían tiempo para pasar a la sala interior donde tenían la
mesa. Estaban celebrando algo, o simplemente pasándolo en grande ya que se
demostraba con los chillidos y risas altas que resonaban en la pequeña sala
donde nos sentamos. Gracias a dios pasaron a cenar a la sala de dentro donde
quedaban apartadas de nosotros y podíamos disfrutar de la velada.
“La Kitxen” @ C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
Para empezar nos pedimos una botella de vino de la zona recomendada por el encargado del local. Una botella de “Velarde Crianza” de D.O. Madrid que al empezarlo parecía más fuerte de lo que nos pareció al terminarlo. Curiosa selección para los platos que nos pedimos, pero muy agradable al paladar y con un par.
"Velarde Crianza D.O. Madrid" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
Para los segundos lo teníamos
claro antes de venir, ya que todo el mundo que habla de ellos recomendaba dos
platos, el “Pad Thai” y el “Nasi Goreng”. Dos platos a los que estamos muy
familiarizados gracias a nuestra gran amiga tailandesa y su marido escocés que
regentan el restaurante “Siam Thani” de Edimburgo. Durante 8 años de nuestras
vidas nos alimentaron con lo mejor de Tailandia e Indonesia. Los entrantes
fueron un poco por intuición y eliminación de los otros competidores que no nos
atrajeron mucho.
La primera elección fue “Kwek
Kwek” ( 4.00 € ), huevos de codorniz rebozados con “Tempura” a lo “gamba
gabardina” pero de colores diferentes, y pinchados con un palo para comerlos
estilo piruleta, servido en un nido de fideos fritos de arroz y con dos
cuenquitos de salsas diferentes. La verdad que muy original y atractivo a la
vista. Al paladar divertido solo con la salsa de “Sweet Chilli”, ya que la otra
salsa carecía de un sabor más potente y era demasiada líquida para adherirse al
rebozado.
"Kwek Kwek" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
El segundo entrante el "Yakitori de Pollo" ( 6.00 € ), nos decepcionó un poco. Unas brochetas de pollo marinadas con "Salsa Teriyaki" y rebozadas con sésamo, servidas con un poco de ensalada mixta básica que no daban la altura del precio al que lo venden. No me entendáis mal, el pollo estaba bien cocinado y tierno, pero los huevos mas baratos y con una elaboración y presentación más elegantes eran 2.00 € menos.
"Yakitori de Pollo" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
Empezando con los segundos, el primero a llegar fue el “Pad Thai”. La presentación bastante cercana a la que siempre estamos acostumbrados, pero con la falta de cebollino chino tierno en vez de los ajos tiernos, el chilli por encima y granos de maíz… ¿maíz? Dejando estos pequeños e insignificantes detalles, hay que decir que el plato está muy logrado y el sabor de boca es espectacular. Lo que me confunde es el precio otra vez, 10.00 €. Solo 4.00 € más que las brochetas de pollo de entrante, pero con 20 veces más producto y elaboración.
"Pad Thai" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
El “Nasi Goreng” la verdad que no esperaba que estuviera tan rico. El arroz en su punto, y toda la combinación muy bien lograda con un sabor dulce e intenso que te rodea el paladar y no deja escapar ni una papila, encima ocurre lo mismo con el precio, solo 9.50 €.
"Nasi Goreng" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
Ambos platos nos dejaron una
sensación en el paladar como si se hubieran cocinado con aceite de oliva, ya
fuera el huevo frito o las gambas. Exactamente no lo tenemos claro, pero nos
extraña encontrar dicho condimento en este tipo de cocina.
De postres queríamos algo con el factor “guau” que
tanto nos gusta, pero no lo encontramos en esta ocasión. Nos pedimos "Katsu de Plátano", plátano rebozado y servido con un cuenquito de miel. El plátano
insípido, el rebozado igual y la miel demasiado fuerte.
"Katsu de Plátano" @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
El plátano se podría endulzar un poco antes de rebozarlo, el rebozado hacerlo con cereales que le dan otra textura y utilizar una miel mucho más suave de sabor servido con un poco de arroz con leche de coco harían de este postre un posible estrella del lugar, pero solo es mi opinión.
La visita fue agradable pero la experiencia
insuficiente. Se nota la inexperiencia y poco rodaje de todo en general. La luz
demasiado tenue en todo el local dificulta la lectura de la carta que está
hecha de un sobre de toda la vida color marrón y se difumina con la
iluminación.
Detalle de la carta @ La Kitxen, C/ Hartzenbusch
nº 8, Madrid.
La presencia de los amigos de los titulares del restaurante hacía sentir un vacío en los demás comensales que buscábamos la atención de ellos para al menos despedirnos y darles las gracias.
Aunque hay varios puntos a
mejorar, hay que decir que se les ve entusiasmados con el proyecto y que estoy
seguro que si volvemos a visitarlos en unos meses las mejoras serán
substanciales y el auge de la apertura y visitas de sus conocidos habrá parado
un poco y la atención será más ligera.
Un establecimiento más entonado a
Malasaña que a esta zona pero que a lo mejor es el cambio que necesita el
barrio.
( Cena con dos entrantes, dos
segundos, un postre y una botella de vino Tempranillo sí o sí ya que no hay
otra elección, 54.00 € )
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